Sueño, que soñaba contigo, cada día a todas horas, en la gran hoguera de mi soledad, jugueteaban las llamas, en la tarde apacible, detrás de la ventana, caía la nieve sobre la alfombra quieta, una fantasía, cobraba vida.
Arrodillada te veo me miras, alto hermoso, sublime, junto a la ventana de mi corazón, apretado a mi alma, te he visto venerado por estrellas lejanas, azorado, con la nostalgia de mi propia soledad. Necesito quererte y entregarme hasta quedar exhausta, ¡Que bien es sentirte, siempre, quiero amarte! De pronto, calor y sudor, el deseo me quema en el alma, el amor me impacienta, me inquieta, el hechizo traspasa. Eres mi príncipe de los cuentos de hadas, mi caballero andante, moreno con escudo de plata. Quiero amarte con un amor sin pausa, sin prisa con un amor, que no se acaba, como aman los Dioses.
