acudiste a mi encuentro,
te colaste en el
centro,
querías estar tú cercano.
Melodía enamorada
y cierta tarde aparente,
un paseo recurrente,
que me puse colorada.
Me confesaste tú a mí,
que por mi tu no vivías,
que ni de noche dormías,
que debía pensar en ti.
Entonces yo fui
sincera,
no soy mujer de tu
vida,
así que este amor
olvida,
pues en mí no nacerá.
Cuando más tú insistías,
más tú a mí me
deseabas,
y con nada tú
acertabas,
para mi tú no existías.
Siento en ti tu egoísmo,
que así me habla al oído,
pues tu dolor corroído,
lo lanzaste a un abismo.
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