Cansado estaba mirando
por la ventana, él
ausente,
se le escapaba el
presente
por la puerta
caminando.
Rendido marcha
encogido,
pues ya no le queda
nada,
en esa casa apenada,
se quedó el pobre
afligido.
Los años van caminando,
ella sabe que no
volverá,
la senda un día
devolverá
aquellos hijos alucinando.
Triste el caminante
herido,
la ruta dejó en el
olvido,
y un ruido como un
silbido,
de un amor
correspondido.
Despierta su alma
dormida,
renace allí un corazón,
devastando su caparazón,
salió ella muy
presumida.
Prisionero de su
cautiva,
extraño que oye su llanto,
envidia que ya no es tanto,
consecuencia
consecutiva.
Tragando los sinsabores
exhibiendo su temor,
de sentir un resquemor,
sintieron unos
tambores.
Comienza la desventura,
de un camino ya
trazado,
con el brazo
encabestrado,
sigue con esa aventura.
2 comentarios:
Me resulta muy bien el poema, amiga. Te felicito.
Beso
Muchas gracias querido amigo José. Seguimos en contacto.
Un fuerte abrazo desde este rinconcito de Madrid.
Pilar R
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